top of page

Hola, soy Frizie

  • Emilio Prieto
  • 28 nov 2015
  • 2 Min. de lectura

Me llamo Frizie. Tengo siete años. Y no… no tengo pasado. Nunca conocí a mis padres y mis recuerdos desaparecieron el día que llegué a ese internado. Desde entonces, muchos han tenido miedo de mí; otros, simplemente, me han visto como un salvador y me han atribuido la responsabilidad de librarlos de ellos. Afirmaban que yo era ‘especial’ y que poseía un poder que, incluso, a mí me era desconocido. Creer en eso fue el peor error que cometí, ahora lo sé… supongo que es difícil tener fe en uno mismo cuando sientes que eres el centro de todas las miradas.

No tuve una estancia muy buena en el Estigia. Me rodeé de niños poderosos y, a cada momento, oía alrededor la palabra ‘esencia’ ¿a qué se referían con eso? Al principio no entendía nada, pero luego Roswell, el director, me lo explicó todo con detenimiento:


“Se trata de un internado diferente al resto de las instituciones que hayas podido conocer a lo largo de tu corta vida. Es un lugar hecho para personas que no son normales… digamos que son… especiales ¡casi mágicas! Todos los niños que están aquí internos comparten un mismo don: el poder o habilidad de transmitir sentimientos a la gente. Tan solo hace falta un roce, piel con piel, mero contacto físico para que alguien sienta lo que ese pequeño siempre ha sentido. Cada niño posee una capacidad que lo hace distinto y todos conviven aquí, juntos, inmunes entre ellos por alguna extraña razón. Su don se convierte en su forma de vida, en su manera de ver el mundo. Los atrapa y los hace ser lo que son: pequeños frascos llenos de sentimientos que yo busco proteger…”


Me confirmó que me estaban esperando desde hacía mucho tiempo, pero ¿por qué? Tampoco lo entendía. No tardé mucho en averiguarlo. Cuando conocí a mis compañeros, vi que el director llevaba razón: eran niños, igual que yo, pero vivían inmersos en un sentir que los hacía prisioneros de sí mismos, carentes de la voluntad suficiente para poder ser libres. Eran pequeñas cárceles que encerraban, cautivas, almas puras y atadas a un sentimiento. Filtraban la realidad a través de ese don que, en más de una ocasión, supuso su propio fin… una maldición.


Vi a un joven. Lloraba y escribía sobre una mujer vestida de negro que reflejaba su pena: era la Tristeza. Una niña, a su lado, pasaba ocultando bajo su pelo las cicatrices que un incendio le había dejado grabadas en el rostro; se sentía inferior a todos sus compañeros y lo manifestaba a través de su esencia: Envidia. Al fondo, bajo un frondoso árbol, un pequeño hablaba con Perla, su cucaracha. La tenía encerrada en un bote y exponía, a través de ella, que necesitaba de la Compasión que él acostumbraba a dar a los demás para poder salir de allí. Y yo… ¡nadie me dijo nada sobre ellos! Solo con mirarlos pude leer sus corazones. Todas las preguntas se borraron de mi mente, todas salvo una: ¿quién era yo?


Me llamo Frizie, tengo siete años y lo único que sé sobre mí está escrito entre las páginas de este libro… ¿me ayudas a averiguarlo?

 
 
 

Commentaires


Follow Us
  • Facebook Long Shadow
  • Twitter Long Shadow
  • YouTube Long Shadow
  • Google+ Long Shadow
Featured Posts
Recent Posts

© 2023 by Mansion Of The Vampires. Proudly Created with Wix.com

  • Facebook Social Icon
  • Twitter Social Icon
  • Instagram Social Icon
  • Blogger Social Icon
  • YouTube Social  Icon
  • LinkedIn Social Icon
  • Google+ Social Icon
bottom of page